Quintal en Turin


I. Vernavé
Al otro lado había un pozo con una cosa escondida tambien en tú corazón. Pero allí había más cosas atrapadas en un bolso que
meneabas tontamente a los extraños.
Aquellos no miraban más que al fondo de la colina y detrás del pozo entre cúmulos de carbón que hacían bailar la insinuante falda.

Un poco más allá se congrega la muchedumbre, los ves al fondo. Comienzan a desaparecer a medida que te acercas a ese fondo.
Al llegar observas que es el mismo lugar de donde venías, el mismo sitio donde habías estado antes. Pero ellos han desaparecido en el fondo no se ve nada.

De pronto caes en la cuenta de que lo único que recuerdas son un par de zapatos y un bolso verde sujeto estúpidamente al brazo de alguien que mira a todo el mundo. Se ha pasado así desde que existe. Tampoco descartas la posibilidad de los pasillos, amplios y repletos de cucarachas hasta el punto que el ruido provocado no deja ni hablar.

Encuentras dentro de un cubo de hielo perfectamente pulido un llavero de la Vía Lactea donde estás preso. A un lado ves un joven devorado por insectos negros que emiten sonido de cisterna, al otro sólo distingues un bolso. En su día podrías haber optado por las cosas que parece contener, pero ya estás fijado en el cuadro. El rostro del cuadro es grabe y observa a un pobre hombre. Ni un espejo podría ser más sincero.

Otras estrellas cercan formaciones que a su vez cierran la vista del hombre que pobre se quedó ciego.

Se torna más grave el rostro del lienzo, mirando y leyendo la vida de un perro en el fondo del pozo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...